Por Daniela Ángel Madrid
Dos violines. Un violonchelo. Un trío. Cada uno con un atril en frente. En ellos, papeles con las notas de la canción. Todos, ubicados en una esquina del salón. En otra esquina, una repisa pequeña con seis cajones y una caja de cartón a su lado. Todos, en su interior, con atriles, bolsas de plástico y libros. Encima, los estuches abiertos, vacíos, de los dos violines que se están utilizando. 1, 2, 3. Dos violines. Un violonchelo. Tocan al mismo tiempo.1, 2, 3. Otra vez…
En una de las paredes de otra esquina hay un tablero verde. En él, escrito con tiza: re -re - la - la ♫ ♪♪Notas del ensayo anterior. A su lado, recostados en la misma pared, en el suelo, una fila de por lo menos veintidós violines. Entra un chico. Paran. Le pregunta al profesor dónde está el violín. Juan David, el profesor, le señala la pared del tablero. El chico se agacha, lo recoge, se va al salón de al lado. Siguen.1, 2, 3. Dos violines. Un violonchelo. Todos al mismo tiempo.
3 de la tarde. El día está un poco oscuro. Un poco gris. No están prendidas las lámparas colgadas al techo. La luz que entra por la ventana es la única que domina en el salón. Está lloviendo. El sonido de la lluvia se mezcla con el sonido de los instrumentos. El profesor le dice a Natalia que la canción no es como la anterior. No es tan delicada. Fuerza violinista. Otra vez. Bueno, ahora toca con el violonchelo. Ahora con Andrés, el otro violinista. Mientras tocan, el violonchelista aguarda siguiendo el ritmo de la canción zapateando levemente en el suelo. Andrés le sugiere al profesor otra forma de tocar. El profesor accede. 1, 2, 3. Andrés, espere a Natalia. 1, 2, 3. Tocan juntos. Están nerviosos en las semicorcheas. "Tranquilos, no muerdo", dice Catalina, el único público presente. Juan David les tatararea la canción. 1, 2, 3.Nuevamente.Todos tocan al mismo tiempo. Eso es. Levanta sus brazos y le indica con movimientos el tono, el volumen. Suben un poco, ahora bajan. Listo. Estiven, vamos al principio. Necesito más. Juan David le hace una demostración con un violín.
Tres dibujos de violines y sus partes están pegados en la pared, en hojas de block. El trío, el profesor y el público están sentados en sillas azules que contrastan con el color naranja y rojo de las baldosas del suelo. Se ve un poco raro. Un poco gracioso. Todos se reflejan en un espejo que ocupa la mitad de una pared. En la otra mitad hay una ventana enmallada.
Calmados. Otra vez, desde el principio. Las dos partes con repeticiones y matices. Bien. Esa parte tin - tan - tan - tin. Más fuerte dice el profesor. En el cuarto de al lado otros ensayan. 1, 2, 3. Otra vez, desde el principio. Tocan juntos. Ahora se confunde el sonido del trío con el de la lluvia y con el del cuarto de al lado. El profesor apoya los codos en sus rodillas. Junta sus manos y en ellas apoya su cabeza. Cierra los ojos. Se concentra en el sonido. Listo. Es difícil. No se escucha. Mejor ensayarán esta semana en la noche y el día anterior a la presentación . El profesor les hace recomendaciones a cada uno. Articulen las semicorcheas. Mucha determinación. Mucha seguridad. Intentemos la última vez. Ellos asienten con la cabeza. Ahora todos, inclusive el profesor, tocan juntos. Todos siguen el ritmo con sus pies. Zapateando en diferentes tiempos. Cada uno en su tiempo. A su ritmo.
El sonido del cuarto contiguo se detiene. Ya no está lloviendo tanto. El trío aún continúa tocando. Tan - tan - tin - tin. Dulce melodía…
interesante relato, la música nos sumerge al oido de empaparnos de la melodía que los pueblos producen; gracias Danielita
ResponderBorrarSaludos desde El Salvador Danielita <3
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